Espléndida vitrina chapeada en madera de violeta y bois de rose, bronces dorados, París, segunda mitad del siglo XIX. Medidas: cm H 156, L 146, P 40 Precio: negociación reservada Objeto acompañado de certificado de autenticidad Esta valiosa vitrina fue realizada en París en la segunda mitad del siglo XIX, época en la que estaban activos grandes ebanistas y broncistas cuyas habilidades también se pueden encontrar en este mueble. De gusto Luis XVI, la vitrina está chapada en madera de violeta y hábilmente intarsada en bois de rose con el fin de crear juegos cromáticos de gran impacto decorativo. El mueble se compone de tres partes y la central, que es el doble de ancha, sobresale respecto a las laterales. Tres puertas de cristal cierran los estantes, forrados en seda. El plano superior es de mármol, mientras que el marco inferior presenta una refinadísima decoración en bronce dorado y cincelado con gran pericia. Los bronces centrales representan la cabeza de la diosa Ceres, con fruta y cornucopias, y junto a ella dos cabras con grandes racimos y espirales y volutas con elementos fitomorfos. Lateralmente, pero siempre en el frente del mueble, junto a los roleos de hojas, una pareja de putti con patas caprinas tocan el cuerno. Arriba corre un sutil marco de bronce dorado con flores y frutos, mientras que debajo, y alrededor de los cristales, dos marcos dorados moldurados. Aplicaciones de bronce dorado cinceladas en forma de flor decoran las esquinas de los cristales. Las bocallaves de las cerraduras, en bronce dorado, están adornadas con ramas de laurel. En el centro de la franja baja de la vitrina, dentro de un marco de bronce dorado ovalado, rodeado de cintas, hojas de laurel, zarcillos de rosas y otras decoraciones de forma vegetal, se inserta una placa de cerámica de la manufactura inglesa de Wedgwood. La vitrina se apoya sobre seis pies con puntera y anillo de bronce dorado. Esta vitrina tiene una arquitectura estructural muy refinada, que la hace esbelta y grácil sin poner a prueba su importancia. Por lo tanto, se puede insertar fácilmente en diferentes ambientes, gracias a la marcada decoración y a la sofisticación de sus decoraciones, cuidadas hasta el más mínimo detalle. En buen estado de conservación, el plano de mármol presenta una fractura.
Época: Segunda mitad del siglo XIX
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