Cuatro pinturas de temas bíblicos, escuela francesa, siglo XVII, témpera sobre pergamino aplicado sobre tabla de madera. Medidas: cm H 26 x L 39,5; Marco cm H 38 x L 52 x P 4 Precio: negociación reservada Objeto acompañado de nuestro certificado de autenticidad. Las cuatro pinturas fueron realizadas al temple sobre pergamino, aplicado sobre tabla de madera, en el siglo XVII, probablemente en Francia. Representan escenas bíblicas: Betsabé en el baño, David mata a Goliat, Ester ante Asuero, Moisés hace brotar agua de la roca. La primera pintura a la izquierda muestra una escena ambientada en un elegante jardín, con una fuente de gusto barroco esculpida, árboles frondosos y arquitectura al fondo. En el centro, un grupo de mujeres vestidas con túnicas clásicas se reúne alrededor de una figura femenina sentada cerca de una gran piscina: se trata de Betsabé, rodeada de sus sirvientas. Los colores delicados—sobre todo azules, rosados y ocres—crean una atmósfera luminosa y serena. La escena hace referencia al célebre episodio narrado en el Segundo Libro de Samuel: el rey David, asomándose desde la terraza de su palacio, ve a Betsabé mientras se baña y queda fascinado. De este encuentro nacerán una relación prohibida y una serie de eventos dramáticos que marcarán la historia de Israel. La pintura, sin embargo, elige representar el momento del baño como escena armoniosa y recogida, concentrándose en la belleza y en la quietud antes de los eventos que seguirán. La segunda pintura desde la izquierda representa el momento decisivo del enfrentamiento entre el joven David y el gigante Goliat. En primer plano, Goliat es representado mientras vacila y cae hacia atrás, golpeado en la frente por la piedra arrojada con la honda. Su cuerpo macizo y la vestidura roja confieren dinamismo a la escena. Frente a él, el joven David tiene el brazo aún levantado en el gesto del lanzamiento. Alrededor, soldados y tiendas de campaña crean un vivaz escenario militar. La imagen se inspira en el relato del Primer Libro de Samuel, en el que David, simple pastor, afronta al campeón filisteo Goliat armado solamente con una honda y con su propia fe. Con un gesto rápido y guiado por la confianza en Dios, David abate al gigante, marcando la victoria de Israel y anunciando su futuro rol de rey. La tercera pintura representa a la reina Ester en el momento culminante de su encuentro con el rey Asuero. La escena se desarrolla en un suntuoso ambiente de corte, caracterizado por una columnata, una escalinata monumental y ricos drapeados. Asuero, sentado en el trono bajo un dosel rojo y azul con lambrequines, extiende el brazo hacia Ester, que se desmaya por la tensión mientras dos sirvientas la sostienen. Al fondo, figuras de corte y detalles arquitectónicos completan la atmósfera real, mientras que los colores vívidos y los detalles minuciosos exaltan la teatralidad del momento. La escena remite a un pasaje del Libro de Ester. La joven reina, arriesgando su vida, se presenta ante el rey sin haber sido convocada, para interceder a favor de su pueblo amenazado. Por la fuerte agitación Ester se desmaya, y Asuero, conmovido a compasión, la acoge y extiende el cetro hacia ella, gesto que sanciona su clemencia. La pintura captura precisamente este instante dramático, símbolo de coraje, intercesión y justicia. La última pintura, finalmente, representa el célebre episodio bíblico en el que Moisés hace brotar el agua de la roca para saciar la sed del pueblo de Israel durante el Éxodo en el desierto. En el centro de la composición Moisés, envuelto en un manto claro, golpea la roca con el bastón, mientras que a su alrededor hombres, mujeres y niños se apresuran con recipientes, arrodillándose o extendiendo las manos para recoger el agua milagrosa. La ambientación es natural y luminosa, con árboles y montañas al fondo y detalles animales en primer plano como el perro y el pájaro cerca del arroyo. La escena hace referencia al libro de los Números (20:1-11) y del Éxodo (17:1-7), donde Moisés, bajo mandato divino, golpea la roca en el desierto de Meribá para ofrecer agua al pueblo afligido por la sed. El evento es símbolo de confianza en Dios y de su providencia: el milagro revela el rol de Moisés como guía y mediador entre Dios y los israelitas en dificultad. Los cuatro pergaminos, de cromía luminosa y vivaz, resultan muy agradables y decorativos. En buen estado de conservación, se presentan dentro de marcos venecianos en estilo, en madera tallada y dorada.
Época: Siglo XVII